¡Feliz cumpleaños!
Eran los primeros años de los ochentas, los patines amarillos con azul que nos había comprado mi mamá a mi hermana y a mi en alguna navidad estaban quedando en el olvido y llegó una patineta de plástico amarilla con ruedas transparentes. Al igual que los patines, se supone que también deberíamos de compartir la patineta pero creo que mi hermana, quien por gracia del auto convencimiento y acontecimientos perdidos en la memoria pasó de ser mi hermana mayor a ser menor que yo como seis años, no le quedó claro cuando aquella tarde mi mamá nos entregó la patineta y nos sentenció "La van a compatir y no quiero pleitos ni lloriqueos ¿Les quedó claro?" aunque ambos asentimos con la cabeza mirándonos primero entre nosotros, luego a ella y luego al objeto del deseo, la patineta.
Lo que mi hermana si tenía claro era que odiaba lavar las platos, tanto que los "dejaba remojar" por horas en el lavatraste, tanto que en al menos una ocasión llegó a esconder los sartenes sucios en el patio trasero de la casa, tanto que varias veces me engañó "prestándome" la patineta a cambio de que yo lavara los platos. Puede parecer abusivo pero aún hoy no puedo negar que mi hermana era muy justa, mientras más platos sucios lavaba, más tiempo me prestaba la patineta. Si entre los platos sucios había sartenes podía usarla una o dos horas y si había grandes ollas, dos o tres horas. Eso si, nunca más de tres horas seguidas porque "los niños buenos como tu", tienen que hacer la tarea... y yo quería ser bueno y ella quería usar la patineta por el resto de la tarde.
Además de rentero de patienta era su conejillo de indias para ensayos culinarios como aquella vez que estando ambos en la secundaria se le ocurrió cocinar picadillo, no se si era la primera vez que lo hacía pero se le pasó de sal. Me lo dio a probar, le dije que estaba salado, tomó el frasco de azúcar y le hechó algunas cucharadas, lo revolvió. - Pruébalo otra vez, me dijo, ¿Cómo está? - Mejor, le contesté. - Cómetelo, me replicó. - ¿Y tu?, le pregunté - No, yo no tengo mucha hambre, mejor me voy a preparar una quesadilla; Experimentos científicos como cuando decidió probar una versión casera de shampoo de huevo Vanart en mi y me lavó el cabello con huevo. Puro y simple huevo,clara y yema, estrellado en la cabeza; y proyectos coreográficos como cuando me ponía a bailar ballet clásico en medio de la sala de la casa..."plié, relevé, relevé, plié, relevé, relevé" me exigía golpeando el piso con el palo de la escoba imitando sus clases con Silvia de Bolado, "ahora... primera posición... segunda... tercera... así no... más arriba... más abajo...". También me enseñó a bailar corriditas.
¿Qué haría uno sin las hermanas mayores.... perdón.... menores que uno?
¡Feliz Cumpleaños!
One Reply to “¡Feliz cumpleaños!”
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jajaja, hermosos los dos! los adoro! Feliz Cumpleaños amiga de mi corazón, hermana del alma!