Persiana Americana o de cómo Ricardo arruinó mi adolescencia
Acabo de leer un artículo en el New York Times, "The Song that Binds", donde se menciona que la música que escuchamos en nuestra adolescencia, etre los 11 y 15 años, influye en nuestra vida como adultos formando nuestro criterio musical y hasta nuestra personalidad. Crecí entre músicos, cantantes, actrices y bailarinas de ballet por lo que estuve expuesto a todo tipo de música desde muy pequeño, danzón y bossa nova, trova cubana y canto nuevo, electrónica y new age, pero para cantar y bailar nada como el pop-rock de mediados de los ochentas.
Cuando no iba a mi clase de karate, me encerraba en mi cuarto a ver MTV. Video tras video me imaginaba viviendo en alguna gran ciudad, saliendo de alguna alcantarilla, caminando airoso, usando gafas oscuras y con un gran bigote. Me amarraba en la cabeza el paliacate rojo que le robé a mi tío Jerónimo y peleaba bailando con pandillas imaginarias. "¡Bíret!" cantaba "¡Bíret!, nowan wans du bi de fide" y ensayaba y ensayaba los pasos frente al televisor de esta y otras canciones hasta que me los aprendía.
A falta de celulares y sin mada más que una gran imaginación sin límites, me metía en el papel de proxeneta golpeando a una de sus muchachas y me metía en el papel de la muchacha aventándole un vaso de whisky a su cara (o sea a mi cara). Como proxeneta me limpiaba el whisky con la manga, como la muchacha me ponía a mover los hombros lo más rápido que podía cantando "...We are strong... No one can tell us we're wrong...". Volvía al papel del proxeneta ajustándome el saco y enseñando un diente de oro (en realidad era de aluminio de la cocina) y volvía a interpretar a la muchacha y murmuraba "...Love is Battlefield..." alejándome lentamente de la cama.
Pero en realidad lo mío era Soda Stereo. Subía el volúmen de la tele, me paraba en una esquina, empuñaba la mano derecha como sosteniendo un micrófono y con el índice de la izquierda señalaba al espejo, "Tus ropas caen... lentamente...", hacía la mímica de abrir una persiana, "... Soy un espía, un espectador...", apuntaba al abanico de techo, "...Y el ventilador desgarrándote...", volvía la mirada al poster de Brooke Shields en la pared, "...Sé que te excita pensar hasta donde llegaré... Es difícil de creer...".
Aunque más difícil de creer es cómo el "Rock en tu Idioma" me hacía sentir rebelde, escapar de mi vida suburbana de colores pastel. Le comenté a Ricardo sobre el artículo y sobre cómo esa música influyó en mi. Pero para Ricardo no había nada nuevo bajo el sol. Te presento a Maná, "Suenan como The Police", me dijo. ¿Qué tal Caifanes?, "The Cure, hasta en el corte de pelo". ¿Soda Stereo?, "Copia de Pat Benatar...." . ¡¿Pat Benatar?!, "Pues si, esta canción (estábamos escuchando Persiana Americana) es igualita a Love is Battlefield... bueno... no son iguales pero.... "
Maná y The Police, lo acepto. Caifanes y The Cure, lo paso. ¿Soda Stereo y Pat Benatar? Eso si me dolió, destruyó mi adolesencia haciéndola caer hecha pedazos a un abismo profundo, oscuro y sin sentido. Con mi criterio musical abatido y mi adolescencia arrebatada solo me queda rescatar esos años entre las cumbias, quebraditas y bandas que bailé en las quinceañeras del Casino de Hermosillo, el Moroko y La Posada Varela.
Sacude esos hombros Pat!