Juan
Juan es de complexión atlética y piel morena, los músculos de sus brazos se contraen cada vez que pasa la franela sobre el carro. Su piel morena resplandece por el sudor bajo el sol de medio día. En cuclillas, lo observo desde la sombra de un mezquite. Me comenta que cuando vivía en Hermosillo era boxeador y luchador de lucha libre pero tuvo que dejarlo porque en una pelea por una novia, el otro bato le dislocó el brazo izquierdo. Me comenta que estuvieron a punto de ponerle unos tornillos de acero pero decidió no correr el riesgo. Se detiene un momento y con la mano derecha se zafa momentáneamete el brazo, me mira, sus ojos amarillentos adquieren cierto brillo y ríe ante mi asombro.
Entre tartamudeos, Juan me confiesa que salió de Hermosillo buscando trabajo hace ya más de quince 15 años y que la única vez que regresó fue para asistir al funeral de su papá quien era ministro de una iglesia. "No nos llevábamos bien". Se acerca a mi, voltea a su alrededor y con un tartamudeo aún más acentuado, me confiesa que hubo un tiempo que le hacía a la mota. Dice que era tanto su vicio que hace algunos años cuando "jalaba" de velador en un rancho en el ejido Las Lágrimas no calculó bien y se le acabó antes de tiempo, entonces, sin carro ni bicicleta, dejó el rancho y caminó hasta la carretera que lleva a Peñasco, "no me quedaba diotra, ¿quiba acer?", pero se perdió, el patrón lo encontró al día siguiente en medio del desierto. "Me dieron gas", dice bajando la mirada, "La mota no deja nada bueno.... ahora puro chupe...", hace una mueca de resignación,"... y ejercicio".
Me cuenta que fabricó su propio gimnasio con cuerdas, poleas y pesos que cuelga de un árbol, y que también usa su propio peso colgándose de las ramas. Es difícil pasar por alto la vascularidad de sus brazos y cuello. Se sube a un balde para alcanzar el techo del carro y pasarle la franela. Dice que en Hermosillo trabajaba tronando piedras con dinamita, quebrándolas con un taladro enorme y hace la mímica de estar trabajando con un gran taladro. Sus ojos se iluminan y su cabello negro y grasoso se agita con el movimiento. Se queda pensativo por un momento y regresa a la faena.
Reflexiona un momento, voltea a verme como dudando, finalmente menciona que la mañana anterior, "como a eso de las 5", unos policías lo levantaron, "con todo y baica". Se había encontrado dos televisiones en un bote de basura y los traía amarrados a la bicicleta. La bicicleta de Juan no pasa desapercibida, los rayos de acero están decorada con CDs y atrás trae una caja de plástico donde carga con varias cosas, trapos, periódicos, botes. Los policías no le creyeron que se las había encontrado y se lo llevaron. Lo tuvieron unas horas y lo soltaron. Resultó que las televisiones no servían, los desarmó y vendió algunas partes esa misma tarde. Le dieron 150 pesos que piensa usar "pal eskai". "Ahora que estoy en la traila puedo darme unos lujitos, ¿qué no?" y me mira como esperando mi aprobación.
Mientras pone armor-all a las llantas me explica que una empleada del gobierno municipal le habían regalado una traila con la condición de permanecer en el predio por un tiempo para cuidarlo. Se notaba emocionado, me dijo que en cuanto pudiera, se llevaría la traila a otro lugar. Me dice que de repente le dan ganas y va a la iglesia para agradecerle a Dios por lo que tiene. Que si su papá supiera que ahora si le gusta ir a la iglesia, "otro gallo me cantara".
Termina de lavar el carro, saco 60 pesos y se los doy. Cuenta el dinero con con detenimiento. Me da las gracias y se monta en la bicicleta. Por el retrovisor veo cómo se detiene en el basurero frente a los departamentos, revuelve el bote, saca algo, lo sube a su "baica", se monta de nuevo y se detiene en otro basurero. Me pregunto si cuando boxeaba era peso mosca o gallo, está musculoso pero chaparrito. ¿Qué nombre tenía como luchador?, ¿Era rudo o técnico?, ¿Usaba máscara? ¿Y eso de nunca volver a Hermosillo? Me quedaron muchas cosas sueltas.
Puerto Peñasco, Junio 2015